lunes, 24 de febrero de 2014

RESEÑA: EL ÚLTIMO REFUGIO Y LAS GALLETAS OREO.


Me hubiera gustado reseñar esta obra mucho antes pero, entre que me decidí a no hacer más reseñas y que por asuntos personales dejé el blog de lado, no ha sido posible hasta hoy.
En fin, aunque sigo con la idea de no reseñar, iré haciendo contadas excepciones. El motivo, porque me da la gana. Sin más.
 


A comienzos de 2010, la Guerra de la Doble Muerte asoló el país. La ira de los Hambrientos arrinconó a los supervivientes en campamentos, levantados para preservar la vida. Uno de esos grupos se ha atrincherado en lo más alto de la Sierra de Montserrat: Francesc Maciá, Italia, Ino Guerau y el resto de sus compañeros resisten parapetados en torno a la basílica. A más de mil kilómetros de distancia, el grupo de J.B., Mamashe Correa y Úrsula se ha hecho fuerte en Finisterre gracias a los infelices que creen en sus mentiras. Mientras tanto, en la ciudad de Sevilla —completamente devastada— Judith y Jonás buscan un lugar donde morir con dignidad, cansados de esa maldición que les mantiene aún en pie. Pero... ¿podrán conseguir su propósito? ¿Resistirán los supervivientes el empuje de los Hambrientos? ¿Qué secreto esconde el grupo de Finisterre en el interior del Hostal Comala? Esta es la historia de todos ellos, en la búsqueda desesperada del que habrá de ser el último refugio.





 Dicho esto, os hablaré de "El último refugio". Esta secuela de "La guerra de la doble muerte", después de reposar en mi cabeza durante varios meses, se me asemeja a una galleta OREO.

 Sí, podéis llamarme loco, podéis tildar esta reseña de mierdosa si queréis, me da lo mismo. Ahora paso a explicarme. 

La mayoría de nosotros al comerse una OREO deja su blanco y cremoso interior para el final porque es la parte que más nos gusta. La que saboreamos a golpe de lengua. Las dos galletas que contienen la crema están de vicio. Dulces, con un punto salado al final. Pero es solo el aperitivo de lo que realmente esperamos.

Lo mismo me pasa con "El último refugio". Dos historias sobre dos campamentos de supervivientes situados en la abadía de Montserrat uno y en Finisterre el otro. Dos relatos repletos de referencias de todo tipo y en ocasiones con insanos aromas venidos de "El Manantial". Dos galletas muy apetitosas y listas para su difrute.





Sin embargo, el plato fuerte, la crema viene de la mano de Judith y Jonás, los verdaderos y podridos protagonistas. Una historia agónica, sin esperanza. Un relato exquisito Escrito en sangre y lágrimas capaz de conmover al más pintado.

No diré más para no perjudicar al lector. Simplemente apuntar que en esta novela (encajada en el género Z) Alejandro Castroguer se mantiene fiel a su estilo cruel y conmovedor a partes iguales y con ese punto de mala leche marca de la casa.